La adoración verdadera implica un profundo conocimiento de alguien, con el propósito de amarlo incondicionalmente. No se trata de cuestionar o señalar defectos en público, como decir: «Ella se cree bonita, pero tiene una mancha horrible detrás de tal lugar». Cuando realmente conocemos a alguien, nuestro objetivo es amarlo.
La conexión entre Dios y la intimidad
¿Alguna vez has visto a Dios avergonzándote? Es una pregunta que dirijo a la amada Iglesia del Señor: ¿Te ha avergonzado Dios alguna vez? No respondas aún a esta pregunta: ¿Le has dado razones? Sin embargo, Dios nunca ha buscado avergonzarnos. En ocasiones, los profetas se sintieron tentados a maldecir al pueblo, pero el Espíritu del Señor los impulsaba a bendecirlos en su lugar. Aquellos que enviaron a los profetas se preguntaban por qué bendecían en lugar de maldecir, a lo que el profeta respondió: «Yo qué culpa tengo si el Señor pone su bendición sobre ellos». En intimidad, el profeta le pregunta al Señor por qué bendice si él tenía la intención de maldecir, y el Señor responde: «No he visto falta en Israel». A pesar de los errores, en privado Dios muestra los errores para que podamos mejorar.
Algunos de nosotros hemos convertido esto en una práctica rutinaria. Pero debemos tener cuidado, ya que la rutina puede resultar aburrida. A veces, dejamos de lado encuentros importantes con Dios por asuntos mundanos, como lavar la ropa un domingo.
La necesidad de recupérala
Yo tengo una esposa que es capaz de hacer todas las cosas. Incluso puede levantarse temprano en la madrugada y hacer todo, incluso preparar el almuerzo. Pero ella nunca se perdería una reunión importante. No me digas que no se puede, la falta de diligencia revela una carencia de intimidad con Dios.
Aún es una realidad que Dios revela cosas grandes y ocultas, pero ¿cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que te sumergiste en intimidad con Él? Te invito a reevaluar tu relación con Dios, a buscar ese nivel profundo de conocimiento y amor que solo se encuentra en la intimidad. No permitas que la rutina y las distracciones te aparten de esa conexión íntima con el Creador.
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